sábado, 14 de junio de 2008

CARBÓN Y CAPITALISMO DEL ESTADO CHINO



Por Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)



Para variar una nueva mina de carbón china bajo tierra administrada por los de arriba se ha venido abajo cayendo encima de los de abajo a causa de una explosión que dejó alrededor de 30 o 40 muertos, cifra baja en comparación a los altos índices con q ue los de arriba mantienen a los de abajo en este subibaja que sólo lleva a enterrar bajo los escombros a los de abajo para que muertos alcancen la altura en lo alto de la cima del Olimpo donde sólo llegan cuando los de arriba los ponen bien abajo.

Es verdad que dicen que la acumulación de capital permitirá la abundancia que luego alcanzará para todos, pero eso sólo es posible mediante la acumulación de la plusvalía. No hay posibilidad ninguna de trabajar sin esa plusvalía. Del salario sale una parte para adquisición de algunos productos, bastante insuficientes en todas las experiencias del capitalismo de estado. De la plusvalía sale otra parte para financiar los servicios públicos, lo que también es insuficiente. De esa misma plusvalía sale otra parte importante para financiar la corrupción estatal, ya que los funcionarios ganan más que los otros trabajadores (Ver escrito de Castoriadis sobre la burocracia soviética)

El capitalismo mata explotando y destruye la naturaleza, llevando a colectivos y comunidades a practicar la teoría del decrecimiento, es decir, parar de crecer antes de acabar destruyendo el planeta. El socialismo como capitalismo de estado, es decir la fase última del capital, debe acentuar la explotación, so pena de no poder competir.

Pero ese dictado de Perogrullo los chinos lo han llevado a su clímax. Sus poderosos redes energéticas que atraviesan las enormes e interminables estepas y llanuras, cuando no las cadenas de montañas, dependen del carbón. Ellos usan poco petróleo comparativamente, lo que ha evitado la sangría que sufren otros países. Sin embargo no han sido capaces de entregar las más mínimas medidas de seguridad para cientos de miles de mineros que bajan al pique tal como lo hacían los personajes de Émile Zola en su obra Germinal o de tantos autores chilenos que escribieron sobre el carbón y los mineros.

Los sindicatos chinos, como cualquier sindicato socialista que se precie, son dirigidos por el partido único, que como polea de transmisión lleva y trae la interacción entre estado y masas, por ello los trabajadores no pueden decir ni pío, debiendo esperar a que la dirección máxima del partido le diga a los líderes sindicales cuando deben levantar la mano izquierda y cuando deben levantar la mano derecha. Es como que los líderes de los trabajadores se sentaran en la mesa de administración del estado para sacarles la plusvalía a los compañeros que les eligieron. Y como el estado es un instrumento de dominación , ya podemos entender mejor el fenómeno chino, que en mayor o menor medida se establece en Angola, Mozambique, Cabo verde, Vietnam y tantos otros que, al igual que los chinos, libraron guerras heroicas por sacarse a los invasores de encima.

Por eso no hay voces que clamen por el mejoramiento de las condiciones de las minas (de carbón) ya que según el partido, el estado debe aumentar la productividad, de modo que pongan la cabeza en la trituradora. ¿Quién defiende a los trabajadores en ese caso? Fácil, el estado. El mismo que extrae la plusvalía y, por tanto, los oprime.

Es claro que no importa la vida de algunos chinos si la China está llena de ellos, dicen algunos articulistas muertos de la risa. Espérense a ver la cara que pondrían si fuesen ellos los que recibieran el gisú. Las fabulosas ciudades erigidas en ese país gigante son hechas a base de la sobreexplotación de la mano de obra.

Sin autonomía de los trabajadores y comunidades, la conciencia de clase sólo se adquiere por vía de ejércitos de jeringas que llevan los militantes de los partidos inoculando unos a otros la papa o la pomada de la verdad proletaria. Con autonomía de los trabajadores el estado no afecta sus intereses, sino que los resuelve. El estado capitalista no atiende a las exigencias de la sociedad. El estado socialista tampoco. Habrá que imponer un modo democrático de organización y funcionamiento social desde abajo. Pero los de arriba no quieren eso, quieren ser líderes, dirigentes, ya que ellos son los buenos. Hasta que viene otro, los mata y sigue con el aparato vertical y autoritario hecho a la medida para un dictador.

Para eso el espacio de intercambio y discusión entre dirigentes, teóricos y partidos no sirve, aunque contribuye al menos para poner las cartas sobre la mesa, ya que si de democracia hablamos, pues entonces que sea la soberanía popular la que decida, y así podremos tomar ese mandato para actuar, pero no al contrario, ya basta. Por favor.

Fuera los modernos mandarines de China. Basta de acumulación a costa de los trabajadores.


Jaime Yovanovic Prieto (Profesor J)

Pre candidato independiente a la alcaldía de Valparaíso


http://alcaldeprofesorj.blogspot.com